Recordando el almuerzo del sábado en la Edad Media

La prohibición de encender el fuego durante todo el Shabat (sábado) siempre determinó las recetas culinarias tradicionales del día del descanso. Así, las casas las juderías como la de Tortosa, Falset o Tarragona, debían hacer un buen fuego en viernes, para de esta manera, tener suficientes brasas para mantenerlo vivo y así permitir que la comida del shabat se fuese cociendo muy despacio y llegara caliente a la hora de comer. Siempre preparado y puesto a cocer antes de la salida del primer estrella del viernes noche, o lo que es lo mismo, del inicio del Shabat.

La adafina era uno de los platos que se solían cocinar en muchas casas. La olla medieval nutrida de la sabiduría del tiempo y de los ingredientes de la generosa tierra de mar, montañas y río, ofrecía cada semana perfumes y sabores vegetales, deliciosamente mimados por variadas hierbas aromáticas y diversas carnes. Los garbanzos, los huevos, las carnes de cordero y de gallina, se cocían a fuego lento, vestidas de perejil y romero, adornando las casas de delicados perfumes festivos.

Cada casa cocinaba la adafina a su gusto y según las costumbres heredadas de las abuelas. Solían sellar la olla con una pasta hecha de harina y agua para mantener al máximo los olores y sabores del plato y su esencia y energía.

Acompañábamos el plato principal con platos fríos como la cabeza de apio con sal y limón y huevos aminados, seguidos de aromáticos postres y buen vino.

«Pensamientos de Blanca»