Celebrando Sucot, la Fiesta de los Tabernáculos – Pensamientos de Blanca

Quedaban atrás los días de silencio, en los que habíamos callado nuestros labios para escuchar la voz interior y hacer limpieza de todas aquellas pequeñas culpas que pesaban sobre nuestro espíritu. Muchos de nosotros habíamos pedido perdón y hecho las paces, a veces sólo con un gesto de arrepentimiento que invitaba a la otra persona a liberarnos del malestar de errores cometidos durante el año anterior. Iom Kipur quedaba atrás.

Cinco días después, el día 15 de Tixrí, celebraríamos Sucot, la fiesta que invitaba a la alegría, fruto de un espíritu sereno y en paz. Todos teníamos presente en ese día el sentido más profundo de la fiesta. Aprendíamos el mensaje de la liberación del pueblo de Israel, de Egipto. Un pueblo sin casa que se mantendría firme gracias a la fuerza del interno.

Era el tiempo de la cosecha del grano y de la vendimia. Celebrábamos la generosidad de la tierra vistiendo las mesas de uva y de granadas.

Siempre manteníamos vivo el mensaje de la alegría y la confianza como camino para servir al Creador. En el patio de la casa construíamos nuestra propia cabaña, siempre confortable y acogedora, para la celebración de Sucot. Decoràbamos las telas que servían de pared con pequeñas ramitas de olivo, y diversas flores que habíamos secado durante la primavera y el verano,y que aún conservaban parte de su color y olor codiciadas por el sol y la serena.

«Pensamientos de Blanca»

 

 

Celebrando el Iom Kipur, el dia del perdón – Pensamientos de Blanca – La jueva de Tortosa

El primer día del mes de tixré, desperté con el sonido del shofar, que pronunciaba una larga melodía, el Teki, anunciando las tres notas de lamento, el Shevarim, y nueve sonidos staccatos, los Teruo. Los cantos de los shofar, el cuerno que insistentemente nos anunciaba el Rosh Hashaná o fin de año, nos invitaba al descanso en asamblea solemne.

Al llegar  la tarde, nos dirigiríamos como siempre hacia el río, en silencio y los bolsillos llenos de migas de pan, empapadas del peso del propio pecado que durante el año y en ocasiones sin ser casi conscientes, habíamos cometido.

Sentados sobre las piedras del río, y bajo la sombra de los sauces recitariamos oraciones pidiendo al Altísimo la liberación de las culpas, tirando aquellas migas de pan que simbolizaban el propio pecado cometido durante el año.

El día 10 del mes de tixré celebraríamos el día de expiación o Iom Kipur, con ayuno completo observando el arrepentimiento de los pecados, y pidiendo perdón a todos aquellos que habíamos podido ofender con nuestro gesto.

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