Médico Pere Sala, converso de Tortosa – Recuerdos de Blanca

Un nombre que creía le abriría la puerta de la salvación, lo cambiaría por fuera y también por dentro, impregnándose  de costumbres hasta entonces ajenas e impuestas, a las que había que agarrarse fuerte para demostrar ser un excelente cristiano.
Aún así, Pere Sala se mantuvo fiel, de puertas adentro, en su realidad más personal. Seguiría siendo siempre judío y fiel a sus orígenes, a pesar de su condición de nuevo cristiano.
Su oficio de clavario y receptor de moneda en Tortosa, le permitió una vida lo suficiente cómoda para pagarse una buena casa cerca de la catedral, y proveer de estudios a sus hijos. Al primogénito le puso su nombre.
Nadie de nosotros nos podíamos imaginar que Metge Pere, caería acusado de judaizar, en descubrirle libros de siempre, de los que nunca se había querido deshacer y creía protegidos bajo las baldosas y las tinas de vino, en la parte más escondida del bodega.
Nunca supimos quien denunció su secreto. El libro de los profetas, tanto a él como a sus hermanos, los había mantenido en la luz del conocimiento de nuestro pueblo, a pesar del permanente peligro que representaba tenerlo en propiedad.

Recuerdos de Blanca

Recordant cants de noces – La Jueva de Tortosa

Me  he visto  de nuevo al otro lado de la puerta entonando canciones de casamiento. Pronunciando versos llenos de consejos y sabiduría para la novia, al ritmo de los panderos y las palmas.

«Si bostro marit vós amau

                                                  ne amb ell honestament usau

fills savis haureu, si a Déu plau…»

Recordando la Caixrut – Pensamientos de Blanca

El aire procedente de las montañas del Coll de l’Alba, nos invitaba al paseo por caminos donde florecia el tomillo  y donde crecia un romero generoso en propiedades y aroma. Judit me cogía fuerte la mano al cruzar el portal. Siempre temerosa de expresiones amenazantes y gestos hipócritas donde el hambre de dominio articulaba rostros fríos y expresiones orgullosas. Cubrirnos con la aldifara era obligatorio  para salir a territorio cristiano. Judith y yo a menudo jugábamos a imaginarla como capa de invisibilidad que nos protegía de un mundo agreste.
La tierna edad de mi hermana me invitaba a recordarle detalles de nuestras costumbres y tradiciones. Siempre con el porqué en sus labios, Judit se cuestionaba cualquier respuesta que no iba ligada a la razón. Había aprendido con la práctica del día a día, los hábitos relacionados con las festividades y la comida. Aún así, había que verbalizar la norma de la Caixrut para ampliar su comprensión mediante los encadenados por ques.
Paseando por el camino de Banyeres, entre muralla y sombra de olivos, nos animábamos a enumerar  alimentos cosher. Entre ellos recordábamos los diferentes grupos y mencionábamos, tal como lo hacía a menudo la madre, los versículos del Libro de Levítico donde especificaba estos grupos de alimentos aptos y apropiados. «Es alimento cosher toda carne que provenga de mamíferos rumiantes con la uña partida, peces que tengan aletas y escamas y todas las aves excepto las rapaces y las nocturnas».
Seguíamos el juego nombrando alimentos  prohibidos o taref y por tanto no cosher. La lista solía empezar con la carne de cerdo, seguida de los reptiles, el marisco, los insectos, los anfibios, los equinos, los conejos …
Y con cada alimento taref una mueca que mostraba nuestra aversión al pensar en aquellos animales como alimento en la mesa. A pesar de todo, resultaba divertido imaginarlo, como algo alejado a nuestra realidad.
La conversación se adentraba en terrenos más llanos al hablar de la forma en que  la madre limpiaba la carne de sangre, salándola y dejándola reposar durante horas. O de cómo la madre separaba la grasa del cordero, o de cualquier otro animal antes de cocinarlo. O del tiempo que había que respetar entre la ingesta de carne y de leche.
En poco rato el cielo se cubrió de gris, el viento y la lluvia tiñeron el paisaje con un aire renovado. La madre esperaba las hierbas para cocinar. De vuelta al barrio seguiríamos jugando con la capa protectora para hacernos visibles de nuevo en atravesar el Portal dels Ferrers.

Pensamientos de Blanca: Los buenos consejos – La Jueva de Tortosa: Representaciones acompañadas de canciones de los judíos de la Edad Media

«Para la fiebre diaria, se ha de beber un cántaro de agua» Talmud bablí, Guittin67b

Todos recordábamos  al gran médico tortosino Abraham Shem Tov ben Isaac, más conocido como Babi at-Tortosí. Madre, siempre que me resfriaba y me subía la temperatura me hablaba de las palabras del Talmud. «Para la fiebre diaria, hay que beber un cántaro de agua» me insistía, cuando ni  agua podía tragar debido al dolor de garganta.

Todos los judíos y judías tortosinos conocíamos bien su historia y sus ricas aportaciones a la medicina y las buenas prácticas en los hospitales.

Había estudiado medicina en Barcelona y en Montpellier, y ganó gran fama como doctor en Marsella. Conocía bien la lengua árabe. Realizó una importante labor como traductor de obras médicas del árabe al hebreo. Cómo agradecíamos su trabajo, realizado con el fin de extender la ciencia médica entre los judíos para no tener que depender de los médicos cristianos!

Nos imaginábamos al médico Shem Tov insistiendo a otros médicos, allá en el hospital de Marsella, en cuanto a la gran importancia que tenía que los estudiantes aprendieran en el mismo hospital, con el trato directo con los enfermos, o explicando detallada y minuciosamente la preparación de algunos medicamentos, o cómo debía ser el comportamiento del médico cuando visitaba a los pacientes, especialmente si éstos eran de condición pobre.

«Pensamientos de Blanca»

 

Nota: Abraham Shem Tov ben Isaac de Tortosa (1196-1264). Tradujo del árabe al hebreo la extensa obra médica de Abú al-Qassem az-Zahrawi, Kitab at-Tasrif, que tituló en hebreo Séfer ha-Shimush, o Libro de la práctica. Con una larga introducción expone que el hombre lo conforman los cuatro elementos, y relaciona las enfermedades con las cuatro estaciones del año, siempre teniendo en cuenta las influencias de los planetas de cada persona. Shem Tov consigue introducir una nueva terminología para las enfermedades, síntomas y medicamentos en hebreo basada en términos y expresiones que aparecen en el Talmud, y hace un glosario que ha marcado durante siglos la ciencia médica en hebreo.

Fuente de información: Los judíos catalanes – La historia que nunca te han contado. Escritor: Manuel Forcano

Recuerdos de la boda: los desposorios (2) – La Jueva de Tortosa – Representaciones teatralizadas acompañadas de cantos sefardíes

Las nubes de la tarde me invitaban a refugiarme en una calma desconocida para mí hasta el momento. Mi tierna edad se fundía con el peso del compromiso con el que comenzaba un nuevo caminar. Tanto Gentó como yo sabíamos que nuestra unión habia sido designada por el Supremo desde mucho antes de nuestro nacimiento. Un destino trazado que uniría por fin nuestros caminos para refugiarnos bajo la protección de su casa que ahora se convertiría en mi nuevo hogar.

Yo tenía sólo 13 años y Gentó 17. A veces me tomaba la licencia de pedir más tiempo para dar el paso del desposorio a mis padres. Mis cabellos alborotados i mi actitut juguetona delataban el propio deseo de prolongar el tiempo de niña. Padres, sabedores de este sentimiento, me habían tenido que repetir a menudo lo muy importante que era que nos casáramos a la edad adecuada, y de lo humillante, ibid¡ que podía resultar para nuestra familia dar el paso demasiado tarde.

El notario sacó un gran pañuelo azul, y mientras lo sostenía de uno de los extremos, le ofreció otro extremo a Gentó. Así unidos simbólicamente, el notario pronunció las palabras del contrato con el cual aceptábamos el compromiso del casamiento: «Con buen augurio y la ayuda del Supremo, Gentó, hijo de Shimón, desde este momento está apalabrado y se casará con la dulce Blanca, hija de Joseph Ravaia». Después expondría las condiciones del contrato.

Mi presencia en la ceremonia del compromiso se sostenia mediante un hilo invisible que me enlazaba con la imponente mirada de padre, quien seguídamente tomó el otro extremo del pañuelo, aceptando el compromiso en representación mía, de cumplir con el juramento y la promesa del casamiento. Seguídamente el notario redactaria el documento y nos entregaría una copia a cada una de las familias.

«Pensamientos de Blanca»

 

 

Recuerdos de la boda – La celebración del compromiso – erussin

Situar aquel recuerdo en el tiempo me resultaba complejo. Sólo me venía el momento, el siempre y el todo. Todos éramos conscientes de nuestro  deber de casarnos para cumplir el primer mandamiento de la Torá. Cuando cumplí dieciocho años adquirí la obligación de la boda con Gentó. Mis padres conocían bien los suyos, con los que compartían una forma similar de ganarse el pan de cada día. Mi padre se dedicaba a trabajar la plata, mientras que el padre de Gentó se dedicaba a cortar pequeños utensilios de cocina con jaspe, los más valorados, los morteros.

Padre no necesitó de la ayuda de ningún intermediario o alcahuete para buscarme esposo. Nuestras familias modestas se conocían de toda la vida, y aquella amistad permitió el entendimiento para contraer el compromiso de la boda.

La primera ceremonia de la alianza del casamiento la celebramos un año antes de la boda, con la ceremonia del compromiso, los esponsales. Me gustaba decirle por su nombre hebreo, erussin. Ese día, el padre de Gentó prometió que «haría hacer esponsales y dar el vamos apelado en abraych quiddocin y hacer bodas en un año».

Los esponsales habían sido pactadas por nuestros padres unos años antes, cuando tanto Gentó como yo éramos niños. Qué gran e importante momento cuando Gentó me puso el anillo como señal de que me tomaba como esposa, mientras pronunciaba las palabras de compromiso: «Con este anillo me eres consagrada, conforme a la Ley de Moisés y de Israel.

Seguiría la entrega del contrato matrimonial, la quetubá, donde se acordaba la dote que recibía del padre, la nedunya, y todo lo que Gentó tenía que aportar en dinero, el mohar, y en bienes inmuebles, matanà leus

Seguirían los capítulos matrimoniales, Tenaim, para dejar claro cómo se resolverían las cuestiones económicas si Gentó o yo mueríamos y no había descendencia. Y después de referir la formalidad de la adquisición del acta, realizaríamos el documento de Xetar aharayut, con lo que Gentó se comprometía a devolver la dote a nuestra familia en caso de que yo muriera sin descendencia.

En la ceremonia de los esponsales escogimos a Josué y Jacob como testigos. Así quedaba sellada nuestra unión. Guardaríamos los documentos en caja cerrada con llave, como el tesoro más preciado.

Ante aquel día en el que celebramos erussim, el día del compromiso, quedaba todo un año de preparativos para nissuin, la boda.

«Pensamientos de Blanca»

PRÓXIMAS REPRESENTACIONES:

Sábado 17 de septiembre a las 10.30 h – Barrio Judío de Tarragona

Sábado 17 de septiembre y 1 de octubre a las 20.00 h – Barrio Judío de Tortosa

Sábado 8 de octubre a las 19.00 h – Barrio Judío de Falset

Teléfono de información y reservas: 698080050

«Mem» – El primer disco de La Jueva de Tortosa

La Jueva de Tortosa nace como personaje que mediante los cantos y la palabra, acerca la realidad del pueblo judío de la época medieval al público actual. Los cantos sefardíes se convierten en nexo de unión entre pasado y presente.
Al cabo de dos años de representaciones y cantos en solitario, en diferentes juderías de Cataluña, la Jueva de Tortosa amplia su formato, gracias a la aportación musical del guitarra Carlos Lupprian, que con su capacidad de improvisación, unida a la fuerza interpretativa de la Jueva de Tortosa, da como resultado unas versiones de cantos tradicionales cercanas y llenas de emotividad. Melodías siempre mimadas por el riquísimo tejido rítmico elaborado por Salman Yunnus a las tablas, y Santiago Krahn al bendir.
El disco «Mem», es el resultado de este recorrido, donde los cantos sefardíes evocan momentos de la vida cotidiana expresada por Blanca, caminando por las calles de las juderías de Tortosa, Tarragona, Falset, y otras poblaciones catalanas.
«Mem»: Letra hebrea que representa el agua y simboliza la fuente de la sabiduria